Caminamos hacia un futuro donde el alquiler y la suscripción están reemplazando la propiedad. Desde viviendas y automóviles hasta películas y música, cada vez es más común pagar por el uso en lugar de comprar. Esta tendencia está redefiniendo la economía y nuestra manera de consumir, lo que plantea una pregunta clave: ¿ser dueño de algo será pronto cosa del pasado?
Este cambio está impulsado por factores como los ingresos personales y el estilo de vida. En el caso de la vivienda, el alquiler ofrece mayor flexibilidad para cambiar de hogar y evita los riesgos de una hipoteca. Además, reduce los gastos mensuales al eliminar costos de mantenimiento. Aproximadamente un 20% de los españoles viven alquilados.
Por otro lado, el renting de vehículos permite alquilar un coche a corto o largo plazo por una cuota fija que incluye seguro, mantenimiento e impuestos. Al finalizar el contrato, el usuario puede devolver o renovar el vehículo sin necesidad de comprarlo. Este modelo representa el 27,67% de las matriculaciones de coches en España y es especialmente popular entre las empresas, que lo prefieren por su comodidad y ahorro de costos.
Con las películas y la música sucede algo parecido. Los consumidores pagamos por plataformas para poder ver las películas o escuchar la música. A diferencia de antes que comprábamos DVDs y discos o vinilos.
Estos modelos de negocio permiten a los consumidores tener un mayor flujo de dinero ya que evitan grandes desembolsos iniciales, pero llevaría a la menor acumulación de patrimonio personal. A su vez se observaría el crecimiento de modelos de negocio basados en la suscripción y un cambio en el comportamiento financiero, que se dejaría ver con la sustitución de la necesidad de créditos a largo plazo por pagos recurrentes.
Desgraciadamente, cada vez más gente en nuestro país prefiere vivir al día, y entre las consecuencias cabe destacar que tendríamos menor estabilidad financiera a largo plazo, ya que, sin activos propios, las personas dependen de sus ingresos para cubrir sus necesidades básicas, lo que les haría vulnerables ante cualquier crisis. También podriamos notar el aumento del gasto en un periodo extenso, debido a que pagar cuotas durante mucho tiempo puede resultar más caro que la compra directa del activo. A su vez, también nos generaría mayor dependencia de empresas y proveedores, que pueden aumentar las tarifas o condiciones sin que los consumidores tengan más opciones, que se traduciría en menos autonomía. Todo esto tendría un impacto en la herencia. El patrimonio personal suele transmitirse a las siguientes generaciones, ayudando a mejorar la calidad de vida de los descendientes. Si esta acumulación de riqueza desaparece, podría aumentar la desigualdad, ya que solo quienes tengan acceso a bienes heredados podrán beneficiarse de la estabilidad que brinda la propiedad. Todo ello propiciaría cambios en las inversiones y en el ahorro. En lugar de ahorrar para comprar, muchos pueden acostumbrarse a destinar sus ingresos solo al consumo inmediato.
A tenor de todo lo expuesto, la creciente tendencia al alquiler y la suscripción ofrece flexibilidad, pero reduce el patrimonio personal y aumenta la dependencia de empresas. A largo plazo, puede generar inestabilidad financiera y desigualdad, haciendo que la propiedad sea un privilegio. Encontrar un equilibrio entre acceso y seguridad económica será clave para el futuro.