Actualmente, el dinero en efectivo ocupa una posición marginal con respecto a los medios de pago electrónico. Muchas personas utilizan a diario su tarjeta de crédito o débito para hacer todo tipo de compras, y ya no se molestan en acudir a cajeros para retirar billetes. Técnicamente esto sería posible con una buena estructura tecnológica y todo se tramitaría mediante pagos electrónicos. Incluso algunos países llevan la delantera, y están más cerca de este escenario.
En este caso, habría una mayor rapidez al efectuar pagos y menos robos. Ahora bien, todo eso supondría que no tendríamos privacidad. Imagina que todo lo que te comprases acabara reflejado en una nube a la que no sabes quien tendrá acceso. También nuestro dinero estaría expuesto a cualquier ciberataque o apagón, además te expondrías al peligro de que las instituciones puedan expropiarlo o congelarlo si lo ven necesario. De igual manera estaríamos bajo el dominio de las empresas financieras. Asimismo, los que pagan directamente con el móvil suelen gastar más a menudo y más cantidad de dinero en comparación con aquellos que no las usan. ¿Quién querría ser más pobre? Por último, este cambio provocaría la exclusión de personas sin acceso a tecnología.
Suecia se encamina a convertirse en el primer país del mundo en eliminar por completo el uso del dinero en efectivo para el año 2030, según expertos del Deutsche Bank y el Riksbank. La nación nórdica, famosa por su innovación en el sector financiero, avanza hacia una economia digital, lo que marca un hito en la historia monetaria global. Y algo que en España no se ve, al menos de momento, es que muchos comercios suecos advierten con un letrero: «No aceptamos dinero en efectivo».
Otro ejemplo es China, que es líder en pagos digitales a través de Alipay y WeChat Pay, donde la mayoría de las transacciones se realizan con códigos QR. Aunque el uso del efectivo ha disminuido, no ha sido eliminado; los comercios aún deben aceptarlo si el cliente lo desea.
En conclusion, el uso del dinero en efectivo está disminuyendo a favor de los pagos electrónicos, con países como Suecia y China a la vanguardia. Aunque esto ofrece ventajas como mayor rapidez y menos robos, también presenta riesgos como la pérdida de privacidad, vulnerabilidad a ciberataques y el control de las instituciones financieras y del estado. La transición digital debe ser manejada con cautela para evitar impactos negativos en la sociedad.