España celebra una de las fiestas católicas más importantes, honrando a los santos y a los difuntos el 1 de noviembre
Beatriz Boya Belio
El 1 de noviembre es una fecha que usualmente queda opacada con las vísperas de la celebración de Halloween, pero es una celebración de gran importancia para los cristianos. Esta tradición se remonta al año 835, cuando el Papa Gregorio III decidió buscar un día para conmemorar a todos los santos.
Es una fiesta católica, cuyo objetivo es rendirle homenaje a todas las almas que ya han pasado el purgatorio y se encuentran ahora en el cielo, y también para recordar a todos los santos que pertenecen a nuestra historia. Cada santo tiene un día específico en el año para su celebración, pero el día de todos los santos es también utilizado para celebrar a aquellos santos que no han sido canonizados. El color litúrgico de esta fiesta es el blanco.

Tendemos a confundir el día de Todos los Santos con dos fiestas: el Día de los Muertos en México, que tiene lugar el 1 y 2 de noviembre, y es una mezcla de celebración católica y costumbres indígenas mexicanas, asociada a los colores puros y a las decoraciones vistosas, y el Día de los Fieles Difuntos, en la que se visita las tumbas de los fallecidos y se les lleva flores, aunque esta es la tradición que se sigue el propio día de todos los Santos.
Antiguamente se colocaban en las ventanas de las casas y en los cementerios velas y calabazas iluminadas con el propósito de iluminar a las almas en su camino hacia el cielo. En España, esta fiesta es vivida por muchos católicos, y tiene dulces característicos de este día, como los huesos de santo y los buñuelos de viento, rellenos de crema pastelera y chocolate o nata. Se creía que al comértelos liberabas un alma del purgatorio