AGRICULTURA REGENEATIVA: PRESENTE Y FUTURO DE LA LUCHA CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO. 

La utilización del suelo de cultivo y ganado de forma regenerativa promete ser una valiosa opción para luchar contra la degradación de los ecosistemas a nivel local, pero también resulta ser una muy eficaz manera de luchar contra el calentamiento global a grandes escalas. 

España es uno de los países pioneros en esta iniciativa, que busca acabar con el uso irresponsable y dañino que se les da a las tierras de cultivo popularmente. 

Estos métodos tradicionales de monocultivos estacionales que se emplean globalmente son muy dañinos para la biodiversidad, para la preservación del suelo y no ayudan a absorber carbono de la atmósfera. Dado que estos monocultivos están enfocados a determinadas especies vegetales que se cultivan en una o como mucho en dos ocasiones anuales, la tierra queda arada y desnuda por meses y se ve expuesta a los factores meteorológicos. 

La exposición de la tierra arada a los factores meteorológicos conlleva una aridificación del suelo. 

La aridificación de estas tierras aradas también es un serio problema, pues la exposición directa del suelo fértil al sol conlleva que este se seque. Al secarse la arena suelta queda a completa merced de la erosión con el viento, y la lluvia no ayuda revertir esta situación, sino que se lleva consigo la arena, acabando poco a poco con la capa de suelo fértil y desertificando el terreno. 

La agricultura regenerativa sostiene varios rasgos que ofrecen soluciones frente a estos problemas: busca que la tierra fértil este plantada durante todo el año o al menos tapada. Así, las raíces de las plantas sujetarán la tierra para que no se vaya erosionando, a la vez que las hojas de éstas se encargarán de protegerla de la radiación del sol y mantenerla húmeda incluso en épocas de sequía. 

Además, aplicando estos principios, las tierras de cultivo actuarán como un purificador de la atmósfera absorbiendo el CO2 en enormes cantidades. 

Las plantas obtienen el CO2 de la atmósfera mediante la fotosíntesis, y a través de las micorrizas, asociaciones simbióticas entre un hongo y la raíz de las plantas, y los microorganismos que habitan el suelo fértil, almacenan el CO2 de la atmósfera. Este CO2 que viene de quemar combustibles fósiles extraídos del suelo, vuelve al suelo en forma de compuestos orgánicos cerrando el ciclo y ayudando a revertir las emisiones de carbono. 

Si se logra hacer que la agricultura regenerativa triunfe, y no debería haber problema, pues es igual o más rentable que la agricultura tradicional, se puede incluso revertir la tendencia actual de concentración de CO2 en la atmósfera, y no solo eso, es también la estrategia más efectiva para combatir la desertificación y la sequía que amenaza a nuestro país actualmente. 

Los animales también cumplen un papel importante en la agricultura regenerativa, pues ayudan en gran medida a reciclar nutrientes. Cuando estos pastan, sueltan excrementos que enriquecen la tierra abonándola de forma natural.  

La ganadería regenerativa ha sido el caso contrario de la agricultura regenerativa. Ha sido una práctica muy extendida en las dehesas de nuestro país desde siempre. Se centra en la regeneración de los suelos para el beneficio mutuo de las plantas y de los animales de manera simbiótica, ayudando a preservar los ecosistemas de praderas y dehesas. 

Las técnicas usadas hoy no se podrán sostener durante muchos años más si queremos revertir o frenar los efectos devastadores del cambio climático en el mundo. Por ello, es necesario que se haga una toma de conciencia y se actúe en cuanto antes para solucionar el problema. Estos métodos de agricultura y ganadería regenerativos ofrecen una buena alternativa para alcanzar una sociedad más responsable y en armonía con el medio ambiente, pero por desgracia la desinformación acerca de ella y las políticas que se proponen en el sector agrario aún no favorecen su aplicación a grandes escalas actualmente. 

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