El pasado 3 de abril de 2024 a las 8 am, un terremoto de magnitud 7,4 sacudió la costa de este de Taiwán, el seísmo más fuerte acontecido en los últimos 25 años. El epicentro en el condado de Hualien albergaba alrededor de 300 000 personas de los 23 millones que habitan Taiwán.

Hay que tener en cuenta que Taiwán en la actualidad es una democracia autónoma con un enorme impacto en los negocios y en el comercio global.
Los rescatistas trabajan para liberar a decenas de personas que continúan atrapadas después de que el terremoto causará deslizamientos de tierra y el colapso de muchísimas estructuras. El terremoto fue seguido por fuertes réplicas, incluido un temblor de magnitud 6,5.

Al menos 9 personas han muerto y 900 se encuentran heridas, según ha confirmado la agencia nacional de bomberos del propio país a fecha de hoy, 4 de abril. Se sabe que hay más de 100 personas que continúan atrapadas, más otras tantas que se encuentran dentro de túneles y edificios.
Las autoridades han suspendido temporalmente los servicios públicos de transporte en varias ciudades y se han desalojado la mayor parte de colegios y centros de trabajo. También se ha emitido una alerta por riesgo de tsunami que posteriormente ha sido levantada.
La potencia del temblor se ha sentido incluso en la costa de la China continental, a más de 700 kilómetro.
El país ha activado un mecanismo para tratar un gran número de pacientes, aunque de momento los hospitales designados no muestran signos de saturación. Entre las personas fallecidas, varios eran senderistas que fueron sorprendidos por la caída de rocas provenientes del Parque Nacional de Toroko, mientras practicaban este deporte. También ha habido una víctima sepultada en una zona minera, además de un muerto que ha sido aplastado en un coche en un aparcamiento. Igualmente ha fallecido un conductor de camiones, 2 mujeres atrapadas por escombros de edificios que en su totalidad han sido 28 edificios los que se han inclinado o derrumbado parcialmente en todo el país.

Taiwán se encuentra a lo largo del “Anillo de Fuego” del Pacífico, la línea de fallas sísmicas que rodea el océano Pacífico y donde ocurren la mayor parte de los terremotos del mundo.

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