Los países BRICS- Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica- intervienen para reforzar su independencia económica y política como respuesta a las medidas proteccionistas de EE. UU.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha amenazado a los países BRICS con imponerles aranceles del 100% si no aumentan su gasto en defensa, perjudicando especialmente a Brasil y China. “Si los BRICS quieren jugar, esos países no comerciarán más con nosotros” dijo Trump en una rueda de prensa el 13 de febrero. Desde su campaña presidencial, ha advertido a las naciones BRICS sobre no materializar una moneda alternativa al dólar para el intercambio de bienes a nivel internacional. Esto supondría una gran amenaza al control financiero estadounidense y dependencia global del dólar. En la actualidad, el dólar es la divisa dominante en el 88% de las transacciones internacionales.
El Gobierno ruso, en cambio, ha expresado que el grupo nunca discutió sobre la creación de una nueva moneda común, sus conversaciones se han limitado en idear “nuevas plataformas de inversión conjunta que permitirían inversiones conjuntas en terceros países”.
A pesar de las advertencias de Trump, los BRICS han intensificado sus esfuerzos para disminuir su dependencia del dólar. China y Brasil ya han implementado acuerdos bilaterales que permiten comerciar en yuanes y reales en lugar de dólares, mientras que India ha explorado mecanismos similares con Rusia. Además, el Banco de Desarrollo de los BRICS ha incrementado los préstamos en monedas locales para evitar fluctuaciones del dólar y posibles sanciones estadounidenses.
Asimismo, Sudáfrica y los nuevos miembros del bloque, como Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, tienen una posición clave, pues la expansión del grupo no solo fortalece su peso económico, sino que también otorga acceso a recursos estratégicos, como el petróleo y el gas, lo cual podría aumentar su influencia en el mercado energético global.
Con la presidencia rotativa de Brasil en 2025, se espera que el bloque avance en su estrategia para consolidar su papel en la economía mundial sin provocar una confrontación directa con Washington, la pregunta es hasta qué punto EE. UU. está dispuesto a permitir esta transformación sin imponer nuevas restricciones económicas.