25 años después de la inauguración de Blue Origin, una compañía espacial creada por Jeff Bezos, esta ha estrenado su primer cohete que competirá en la carrera espacial. Este es el New Glenn, una lanzadera espacial pensada para competir contra los Falcon de Elon Musk, llevando satélites y sondas al espacio; y hasta aspira a superarlos, ya que se ha diseñado con la intención de lanzar módulos capaces de aterrizar astronautas en la luna.
El New Glenn despegó el 16 de enero, desde el Centro de la Fuerza Espacial de EE. UU. en Cabo Cañaveral (Florida), con el objetivo de colocar una cápsula en órbita, que fue logrado l filo de los 13 minutos de vuelo. En la Nasa se esperaba con interés esta prueba, ya que el New Glenn es necesitado para lanzar una misión a Marte.
El New Glenn consiguió llegar a la órbita a salvo, algo que el megacohete de Elon Musk, el más grande y potente de la historia, todavía ni ha intentado; todas sus misiones han sido vuelos suborbitales, sin llegar a completar ni una sola vuelta alrededor de la Tierra.
El New Glenn es un coloso de 98 metros de altura llamado así en honor al astronauta de la NASA John Glenn. El primer reto de esta nave llegó 8 minutos después del lanzamiento, siendo lo único que no salió bien. Blue Origin fue incapaz de posar sobre el océano Atlántico el propulsor principal, que tras impulsar el despegue y el tramo más duro de la ascensión, se había desprendido de la parte superior del cohete. Pero esto no era imprescindible para el éxito de la misión y Blue Origin lo reconocía como una meta ambiciosa.
Una vez que el cohete estrella de Blue Origin supere otra misión de prueba adicional, conseguirá entonces la licencia de operación y abordará en los próximos años esos primeros objetivos de desplegar satélites militares y de telecomunicaciones. Solo entonces tan pronto esté consolidada como una lanzadera espacial viable y reutilizable, el New Glenn aspirará a ser una alternativa a los cohetes Falcon 9 y Falcon heavy.
El exitoso estreno del New Glenn significará que la NASA tendrá por fin una alternativa privada más, además de los Falcon de Elon Musk, para desplegar sus sondas y telescopios espaciales, e incluso bajar astronautas a la superficie de la Luna en misiones del programa Artemis previstas para los años 2030.