Las elecciones federales de Alemania celebradas el 23 de febrero de 2025 han supuesto un nuevo panorama político en el país. El líder de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), Friedrich Merz, ha sido encargado de formar gobierno tras obtener el 28,5% de los votos. Sin embargo, el notable ascenso del partido de extrema derecha, Alternativa para Alemania (AfD), que alcanzó el 20,5% de los sufragios, ha generado preocupación tanto a nivel nacional como europeo.
Fundado en 2013 como un partido euroescéptico, AfD ha evolucionado hacia posturas cada vez más radicales, adoptando discursos ultranacionalistas, antiinmigración y en contra de las políticas medioambientales y europeístas. Su crecimiento ha estado impulsado por el descontento popular con la política migratoria, la crisis económica y el escepticismo hacia la Unión Europea.
A lo largo de los años, AfD ha sido objeto de controversias debido a la presencia de elementos extremistas dentro de sus filas, algunos de los cuales han sido investigados por los servicios de inteligencia alemanes por vínculos con grupos neonazis y posturas antidemocráticas.
La radicalización del discurso público puede llevar a un incremento de ataques contra minorías y tensiones sociales. La normalización de discursos de odio por parte de líderes políticos de AfD ha generado un ambiente en el que la discriminación y la intolerancia son cada vez más visibles. Esto no solo afecta a los migrantes y a las comunidades extranjeras, sino también a otros grupos minoritarios como la comunidad LGBTQ+ y los activistas de derechos humanos. El aumento en incidentes de violencia motivados por odio es una tendencia preocupante, que podría deteriorar aún más la cohesión social en Alemania y fomentar una división más profunda en la sociedad.
A pesar de su ascenso, los demás partidos han reiterado su negativa a formar coaliciones con AfD, lo que limita su capacidad de influencia directa en el gobierno. Sin embargo, su presencia como segunda fuerza política refuerza su capacidad de bloquear iniciativas legislativas y condicionar el debate público.
El avance de AfD refleja una creciente fractura en la sociedad alemana y un giro preocupante hacia la extrema derecha. La respuesta de los partidos democráticos y de la sociedad civil será clave en los próximos años para frenar su expansión y proteger los valores democráticos en Alemania y Europa.