Estados Unidos ha registrado su primera muerte por sarampión en casi una década tras el fallecimiento de un menor no vacunado en Lubbock, Texas. Este caso se produce en medio de un preocupante brote de la enfermedad que ha afectado a más de 140 personas en el estado, la mayoría de ellas niños sin vacunar.
Un brote que se expande
Desde principios de año, el sarampión ha resurgido con fuerza en Texas, con 124 casos
confirmados en el oeste del estado y nueve más en Nuevo México. El epicentro del brote se cree que es en el condado de Gaines, donde una comunidad menonita con una histórica resistencia a las vacunas ha registrado un alto número de contagios. Hasta ahora, al menos 20 personas han requerido hospitalización debido a los síntomas de la enfermedad. La ciudad de Austin también reportó recientemente su primer caso de sarampión desde 2019: un bebé que contrajo el virus durante un viaje al extranjero. Este no había sido vacunado porque aún no tenía la edad recomendada para recibir la inmunización.
El riesgo de la desinformación
Este brote se desarrolla en un contexto de creciente desconfianza hacia las vacunas en Estados Unidos. En los últimos años, la tasa de vacunación en niños ha caído del 95,2 % en 2019 al 92,7 % en 2023, una tendencia que preocupa a muchos expertos en salud pública. Para que el sarampión no se propague de manera descontrolada, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) recomiendan una cobertura de vacunación del 95 %.
El fallecimiento del niño en Texas ha llevado de vuelta el debate sobre la seguridad de las vacunas, especialmente tras la reciente confirmación de Robert F. Kennedy Jr. como secretario de Salud del gobierno de Donald Trump. Kennedy, conocido por sus posturas antivacunas, ha sido criticado por promover la idea, desacreditada por la comunidad científica, de que la vacuna triple vírica (sarampión, paperas y rubéola) podría estar relacionada con el autismo.
Un virus altamente peligroso
El sarampión es una enfermedad viral extremadamente contagiosa que se transmite por el aire a través de gotículas respiratorias cuando una persona infectada tose o estornuda. Antes de la introducción de la vacuna en 1963, la enfermedad afectaba a millones de personas cada año y causaba numerosas muertes.
El virus es especialmente peligroso para los bebés menores de 12 meses (que aún no pueden ser vacunados), las personas con sistemas inmunológicos debilitados y aquellos sin inmunización previa. Entre sus síntomas más graves se encuentran la neumonía, la inflamación cerebral y, en casos extremos, la muerte.
En EE.UU., el sarampión fue declarado eliminado en el año 2000, pero sigue reapareciendo en comunidades con bajas tasas de vacunación. En 2019, el país registró un brote de más de 1.200 casos, principalmente en barrios judíos ortodoxos de Nueva York y Nueva Jersey, donde también había una reticencia significativa a la inmunización.
Un llamado a la vacunación
El Departamento Estatal de Servicios de Salud de Texas ha insistido en la importancia de la vacunación como la única forma efectiva de frenar la propagación del virus.
Los médicos recuerdan que el sarampión sigue matando a más de 100.000 personas cada año en el mundo y que estas muertes son, en su mayoría, evitables con la inmunización.
«Este caso es una trágica pero clara señal de lo que ocurre cuando las tasas de vacunación bajan»,dijo el Dr. Amesh Adalja, especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad Johns Hopkins. «Las vacunas han salvado incontables vidas y es fundamental no bajar la guardia».
A medida que el brote sigue en aumento, las autoridades sanitarias temen que más personas puedan verse afectadas, especialmente los niños pequeños y otros grupos vulnerables. La comunidad médica insta a los padres a asegurarse de que sus hijos estén protegidos y a no dejarse influenciar por la desinformación sobre las vacunas.