Lo que el universo nos esconde

Como muchos ya sabrán —y si no, lo aprenderán ahora—, el universo está compuesto por dos tipos principales de materia: la bariónica (o materia normal) y la materia oscura, además de la energía oscura, que también abordaremos en este artículo.

La materia bariónica es la que podemos observar y de la que están hechos los objetos que conocemos: estrellas, planetas, personas, etc. Representa aproximadamente un 5% del contenido total del universo. Dentro de este pequeño porcentaje, los elementos más abundantes son el hidrógeno, helio, litio, carbono, oxígeno, nitrógeno y hierro. También es importante mencionar el plasma, el estado más común de la materia visible en el universo, en el cual los átomos están ionizados (es decir, han perdido o ganado electrones). Este estado se encuentra, por ejemplo, en las estrellas, donde se produce debido a temperaturas extremadamente altas, radiación intensa o colisiones entre partículas.

En cuanto a la materia oscura, se trata de una forma de materia que no interactúa con el campo electromagnético, lo que significa que no emite, refleja ni absorbe luz. Por esta razón, no podemos verla ni detectarla directamente. Sin embargo, sabemos que existe gracias a múltiples evidencias astrofísicas y cosmológicas. Por ejemplo, las estrellas en las galaxias giran a velocidades tan altas que, si solo existiera la materia visible, deberían salir despedidas. Pero no lo hacen, lo que indica la presencia de una masa invisible adicional. Además, la materia oscura puede curvar la luz de objetos lejanos (un fenómeno conocido como lente gravitacional) y es esencial en las simulaciones cosmológicas para explicar la formación de galaxias y cúmulos. Sin ella, el universo no tendría la estructura que observamos hoy.

Pasando a la energía oscura, aunque su naturaleza aún no se comprende del todo, se describe como una fuerza repulsiva que actúa en sentido opuesto a la gravedad. Es el nombre que los astrónomos le han dado a ese misterioso «algo» que está provocando que el universo se expanda a un ritmo acelerado. No es materia, no forma átomos y no interactúa con la luz ni con otras fuerzas conocidas, salvo la gravedad. Al igual que con la materia oscura, su existencia se infiere por sus efectos: en 1998, dos equipos de astrónomos observaron supernovas lejanas y descubrieron que el universo no solo se expande, sino que lo hace cada vez más rápido. Este hallazgo inesperado llevó a la conclusión de que debe existir una forma de energía que empuja el espacio hacia afuera. Además, la forma en que las galaxias se agrupan y se mueven también sugiere la presencia de una fuerza que contrarresta la gravedad a gran escala.

En resumen, pese a que no podamos observar este tipo de materia y energía, son un factor crucial para el universo en el que vivimos. La ciencia continúa investigando estos misterios, y cada nuevo descubrimiento nos acerca un poco más a entender el verdadero funcionamiento del cosmos y los secretos que nos oculta.

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